Pontevedra Santiago Coruña. Desconectando con la grupeta gravelera.
El gravel tiene un significado diferente para cada persona. Transita entre el asfalto y las pistas. Su hábitat son los caminos sin explorar y lo llena todo de aventuras trepidantes a su paso.
Hay gente que disfruta combinando la bici con una aventura de más de un día de duración y elige la experiencia bikepacking. Para otros, en cambio, gravel es sinónimo de simplicidad, y les sirve para disfrutar de salidas rápidas, de larga distancia y por tranquilas pistas.
En nuestro caso de hoy, sería la segunda opción. Una ruta de un día, pero cargada de emociones.
Aprovechando el festivo en Galicia, día das letras galegas. Organizamos una escapada de gravel, con la sintonía de pasarlo bien, hacer kilómetros, sin importarnos medias, sin mirar el reloj, sólo disfrutando del momento, de la ruta, de las personas que te vas encontrando por el camino y sobre todo, de hacerlo en compañía.
A partir de ahí, avellanos, robles, castaños, pinos o eucaliptos nos arropan en el viaje, cerca del cauce del río Gándara. Las frases hechas, como "buen Camino" o "la paz sea contigo" han encontrado aquí su contexto perfecto.
Entre Pontevedra y Caldas de Reis, justo cuando el camino se hace más durillo por el asfalto de la N-550, hicimos un pequeño desvío para disfrutar del Parque Natural del Río Barosa y sus cascadas. Lo veréis justo al salir del Camino, un aparcamiento de autocaravanas le delata. Fresnos, chopos, merenderos de piedra, puentes de madera e infinidad de molinos de agua que aprovechan los saltos de las fervenzas del río.
La entrada a Caldas de Reis, se lo debe todo al río Umia y a sus aguas termales, pero también a los tiempos en que el emperador Augusto dió por terminada la conquista de Gallaecia y las calzadas romanas.
El entorno de viñedos de albariño que siembran el camino y los bosques, hacen que quedemos hipnotizados por momentos.
Cuentan, en lo que hoy llamamos Padrón, estaba el antiguo puerto de Murgadán. Durante la época romana, tanto el río Sar como el Ulla eran navegables y arribaban aquí las embarcaciones.
La carretera será la sombra que nos acompañará en la recta final hacia Santiago.
Una vez sacada la fotografía de rigor y llenar los bidones, nos pusimos en marcha hacia Coruña.
Tomamos el camino de Santiago hasta Sigüero y lo enlazaremos con la vía Verde Oroso-Cerceda,
Por ello, podemos concluir: que el fin no es rodar, rodar es el medio, el medio para descubrir nuevos sitios pero también para reencontrarnos con nosotros mismos.
Y si es en compañía, mejor.
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